Aureli Domenech & Tono Herrero

La relación entre el artista y la naturaleza

La relación entre el artista y la naturaleza, el paisaje y su expresión, es una vieja dialéctica de la historia del arte. Cada época lo ha afrontado desde diferentes perspectivas, ya sea desde el punto de vista teórico como en la práctica de las corrientes artísticas. Una relación a veces  capital como en el impresionismo o en el Sturm und Drag, y otras en las que se manifiesta de manera más tangencial, pero siempre como una recurrencia continua que desde la misma Grecia pone al hombre, al artista y a la naturaleza, frente a frente.

Cada época, cada paradigma, cada imaginario asociado a una era ofrece al arte una nueva posibilidad de abordar, en definitiva, un tema eterno.  La vocación de aportación, de reflexión y la contemporaneidad de una propuesta pictórica no está tanto en la temática elegida entonces como en ofrecer una respuesta a ése Zeitgeist que impele la reflexión.

Uno de los aspectos más interesantes de la pintura de Gerardo Stübing es precisamente éste. Porque permítannos la broma; al fin y al cabo Gerardo Stübing pinta paisajes, plantas y cortezas de árboles. Nada que a simple vista parezca una novedad. Pero no se es más moderno (maldita neofilia) por inventar un tema para tener una marca sino por interpelar al arte en el momento de tu propia contemporaneidad, por hacer preguntas nuevas y dar nuevas   soluciones a eternos problemas.

Su manera de afrontar el trabajo, es más, su misma formación más allá de su cualidad de artista es lo que hace, en parte, que su pintura sea profundamente personal, pero sobre todo, profundamente  contemporánea, asociada indefectiblemente una época como la nuestra. Es aquí cuando debemos hacer referencia a su formación en Botánica como elemento distintivo, inalienable, de su quehacer artístico.

Porque sí, Gerardo Stübing pinta ramas, plantas y cortezas de árbol, pero desde el paradigma de nuestro mundo. Las obras de Stübing, son pinturas en las que el punto de partida pone en juego el conocimiento empírico sobre el demiurgo, la fractalidad sobre la unicidad, el conocimiento sobre el azar, la ciencia sobre la magia, lo coetáneo sobre lo clásico, lo documental sobre lo intuido.

No parte de la gestualidad o del azar como arma conceptual, sino de la ciencia. Demasiado cartesiano a primera vista. La belleza, la plasticidad está presente sin embargo, porque en la práctica pictórica, el conocimiento de Stübing hace el camino contrario. Los troncos, las ramas, las plantas son especies reales, documentadas y  taxonómicas, especies de ignoto e impronunciable nombre latino que Gerardo sabe, pero no dice. No hace falta. Porque le basta con saberlo a él. Porque saberlo es importante, es el signo de los tiempos, pero con un pincel en la mano Gerardo es pintor, no botánico. Y ése es otro de sus aspectos más interesantes. Que el botánico no interfiere en el artista, sino que sólo le da pistas.

El resultado es una pintura evocadora, poética y colorista, en la que nada parece quedar de ése punto de partida aunque esté, como las formas aparentemente caprichosas de Gaudí que esconden complejas geometrías hiperbólicas. El profundo conocimiento de “lo real”, es convertido por Gerardo Stübing en bellas reflexiones desde la óptica estética.

La pintura de Stübing de aparente abstracción, de colorido irreal, de poesía visual sin referente alguno, es más real y más verdad que mucho paisajismo grandilocuente.

Porque diferentes preguntas siempre dan lugar a diferentes respuestas. Y porque cada época debe proponer una respuestas propia  a preguntas eternas.

El Arte, la naturaleza, la belleza.

Lydia Frasquet Bellver & José Pedro Martínez García

El arte de la Naturaleza, la Naturaleza en el arte

La trayectoria de Gerardo Stübing no es la de un artista al uso con una formación inicial en Bellas Artes ya que se ha incorporado recientemente, desde 2009 en concreto, al ámbito de la pintura. Stübing pertenece al mundo de la investigación científica y la docencia universitaria, como profesor titular de Botánica en la Facultad de Farmacia de la Universitat de València, y aunque el arte siempre le había interesado, ha sido ahora cuando ha cursado estudios de Bellas Artes.

El artista describe cómo la pulsión primaria inicial hacia la pintura fue totalmente egoísta. Stübing nos dice: “me planteo cada obra como un problema que he de resolver, porque mi nivel de ignorancia es grande, y al acabar la obra, si he solucionado el reto, me apasiono, y me gusta, siento una satisfacción difícil de valorar y eso es adictivo”. En un constante proceso de búsqueda e innovación, ha navegado hasta encontrar un estilo y una forma de expresión en el que centrarse. Empezó con trabajos geométricos y recientemente ha comenzado a utilizar referentes biomorfológicos. Su trabajo se podría definir como una abstracción ambigua inspirada en morfologías biológicas, en la que modifica tanto el cromatismo como la forma mostrada. Es posible, incluso, intuir imágenes fractales con estructuras que se repiten en todas las escalas de observación, aunque en la realidad, Stübing siempre nos muestra en sus obras unas escalas tangibles.

No es extraño encontrar en el ámbito científico profesionales con trayectorias exitosas que optan por dar giros de 180º y dedicar su tiempo a expresar su creatividad, como es el caso de Gerardo Stübing. ¿Es la respuesta al desencanto que a veces genera la vida universitaria? Ante esa pregunta el propio artista contesta: “Cuando uno lleva muchos años trabajando muchas horas al día, poniendo a veces recursos propios (familiares, personales e incluso económicos) para llevar a cabo una investigación y se da cuenta de que no se valora adecuadamente, a veces sintiendo que te hacen un favor por dejarte investigar, te produce desencanto. Y en el fondo los científicos somos un poco creadores y esa creatividad la tienes que sacar de alguna manera y el arte, en comparación, es libre y barato, te permite proyectar todo esto, tiene una faceta muy divertida, no va sujeto a corsés y te proporciona una nueva satisfacción”.

Esta es realmente la primera vez que podemos contemplar las obras de Stübing en una exposición individual, aunque previamente ha participado en varias muestras colectivas así como en numerosos concursos, en los que ha sido seleccionado, obteniendo algunos premios importantes.

La obra mostrada en la sala del Jardín Botánico está basada en tres conceptos. Por un lado, la morfología de las estructuras de los árboles desprovistos de hojas, que es lo que constituye la serie “Naked”, aludiendo a la desnudez de las ramas; también podemos contemplar una segunda serie, llamada “Skin” centrada en el aspecto de las cortezas de los árboles – “que para mí combinan por un lado armonía y plasticidad muy atractivas con un desgarro y dramatismo importante”, dice Stübing -, y una tercera serie llamada  “Landscapes”, basada en la armonía de los paisajes entendidos, no como habitualmente, sino como líneas ondulantes paralelas de distintos colores, homogéneos cuando los ves en la distancia.

En esta exposición la mayor parte de obras están realizadas sobre metacrilato sobrelevado sobre una superficie rígida, normalmente tabla, porque así consigue un efecto óptico muy interesante de tridimensionalidad ficticia, es decir, no aplicando la tridimensionalidad que da la perspectiva sino la que se obtiene de la proyección de la sombra. En algunas obras utiliza la arena mezclada con acrílico y siempre que utiliza los soportes de tela opta por usarlos  sin imprimar, buscando el efecto de difusión característico de la obra de Helen Frankenthaler que hace que el pigmento se extienda por la tela.

Inevitablemente la Botánica marca el desarrollo de la obra de Stübing. El artista nos explica: “básicamente cuando uno hace algo de esta naturaleza ha de proyectar lo que lleva dentro y durante casi 40 años me he dedicado a la Botánica, y mi mundo es el de las plantas, los paisajes, los ecosistemas. Lo que proyecto en mi obra es esa serie de sensaciones o de apreciaciones. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que estamos viendo porque no hemos aprendido a ver y esto me pasa mucho con los estudiantes. Cuando vamos por el campo de observación, muchas veces pisan una planta y no le dan ninguna importancia pero cuando haces que se fijen en ella, se dan cuenta de que el ser vivo que han aplastado es una maravilla. Lo que intento es captar ese tipo de estética, no pretendo ningún mensaje político, social o de crítica, simplemente sólo busco un mensaje romántico o lúdico y que ayude a valorar la naturaleza como se merece.  Tal vez mi ascendencia germánica me influya, de hecho uno de los poetas que me interesa mucho en este sentido es Friedrich Hölderlin. Él tiene una serie de poesías en las que habla de la naturaleza, en unos poemas a la locura en los que transmite muy bien lo maravillosa que es como espectáculo simplemente para observarla, y muchas veces en el arte la naturaleza se utiliza como aderezo o como adorno para representar figuración, o como contorno para adornar y aquí yo utilizo la armonía de los organismos vivos proyectada en una obra de arte que no es figurativa pero sí que tiene un referente figurativo.”

Evidentemente su formación y profesión de botánico está detrás de su obra, y se palpa claramente en cómo elige plasmar cada imagen, en los formatos que el artista elige y que parecen provenir de visiones a través del microscopio. Efectivamente, como consecuencia de su actividad, Stübing ha realizado muchísima fotografía, fotografía científica, mucha de macro, de plantas y también de paisajes…., “posiblemente habré hecho en mi vida unas 50.000 diapositivas” nos cuenta, a las que ha dedicado mucho tiempo. Esto le ha creado una deformación visual y cuando plantea algo tiene en mente el formato de la máquina fotográfica, la manera de encuadrar la imagen, de captar la luz.

Sin embargo, para Stübing es muy importante que se entrevea la mano del hombre tras la cámara. “Algo que me gusta mucho  – es evidente que todos utilizamos la tecnología para nuestro trabajo, sería absurdo no hacerlo -, es que mi trabajo tiene un trasfondo tecnológico pero trato de que siempre tenga una proyección de creatividad manual, tradicional, no busco la perfección absoluta a la hora de plasmar las cosas”, nos dice. Stübing quiere que se note la huella de la mano, y aunque tenga el apoyo digital, todo el proceso en sí está hecho utilizando una metodología tradicional, con pincel y espátula, y además quiere que se note.

Entre los referentes pictóricos a veces podemos entrever a Pollock, “pero para mí no es un referente, porque mi trabajo es más sosegado y pensado, no es improvisado, está meditado y trabajado en un 90%, y sólo queda un 10% del accidente feliz que explica Genovés, que además es de agradecer porque aporta cosas interesantes”. Stübing nos comenta que otro posible referente que ha encontrado es Jan Hendrix, “es un holandés que también se inspira en motivos botánicos para hacer sus obras pero él no utiliza el cromatismo que yo introduzco y se basa en referentes más figurativos, sin  modificarlos ni transformarlos como yo hago. Y finalmente, también encuentro cierta similitud en mi obra con algunos trabajos de Daan van Golden, un diseñador gráfico y pintor abstracto holandés.”

Encontramos también cierta relación con los pintores fauvistas por el uso salvaje del color, pero Stübing nos matiza: “intento siempre que haya armonía entre los colores, no mezclar, que haya mucho cromatismo pero que funcione dentro de una misma gama cromática, o que tenga los complementarios para que las piezas vibren, aunque también he ido cambiando y  tengo obra en grises y en blanco y negro.”

Stübing nos plantea la belleza de un tronco atormentado, de un árbol sin hojas, intenta abrirnos los ojos a algo que normalmente no apreciaríamos. Y nos enseña que, curiosamente, no cada especie, sino cada árbol, tiene una corteza diferente, que es como una huella digital: dependiendo de cómo lo han podado, si le han cortado unas ramas, si ha hecho frío o calor, la corteza funciona como la huella dactilar de una persona, cada individuo, su corteza, dentro de unos patrones comunes, son diferentes. Todas las obras podrían tener un referente taxonómico, la especie biológica que muestra, pero el artista deliberadamente ha ignorado el nombre del organismo plasmado para no caer en el coleccionismo de plantas y en el toque erudito, porque no quiere distorsionar un mensaje que es meramente plástico, “no pretendo hacer con mis obras una colección biológica de especímenes”, nos dice Stübing.

Para la realización de sus obras, Stübing ha trabajado con una amplia variedad de organismos vegetales que van desde árboles frutales hasta plantas endémicas y plantas exóticas en jardines botánicos, y también fotos que ha hecho en la selva en México o en Ecuador, donde ha estado recientemente, confesándonos “que son entornos espectaculares”, por lo que el material de partida que utiliza el artista es muy variado. Como botón de muestra decir que  en la exposición encontramos imágenes inspiradas en la corteza del tilo (Tilia platyphyllos), o en un enebro (Juniperus communis), incluso vemos una inspirada en el árbol ornamental muy frecuente en nuestros paseos, el árbol del paraíso (Melia azedarach), entre otros muchos.

Sabemos que Stübing ha trabajado en otras series donde realiza incursiones figurativas abordando temas de actualidad, relacionadas con el pop art, pintadas de manera esporádica para actividades puntuales, aunque es una línea que está ahí y que no descarta retomar en el futuro. El artista nos dice: “como el arte se me plantea como un desafío, la necesidad de cambiar de reto una vez resuelto el problema que tengo entre manos, es constante.”

En la carrera de Stübing hay un leitmotiv general en todas las obras pero ha evolucionado técnicamente muy rápido en el tiempo, y de hecho ahora está investigando la manera de lograr un efecto de tridimensionalidad en sus creaciones sin necesidad de usar la perspectiva. Este reto le hace trabajar en seis planos diferentes, dando como resultado obras más cercanas a la escultura. Le gusta utilizar la arena e incorporar placas de metacrilato,  aluminio o acero. Ha realizado también alguna escultura, utilizando el acero como material y siempre buscando esas estructuras biomorfas.

Todo creativo tiene una función dentro de la sociedad a la que pertenece, y en ese sentido Stübing ve clara la responsabilidad del artista y el valor que tiene socialmente el arte comprometido. El artista nos hace el siguiente manifiesto: “El arte está deliberadamente arrinconado en países como el nuestro, porque  es una actividad muy peligrosa, ya que hace que la gente piense y lo haga con libertad. Mientras que la sociedad piense que los artistas son unos seres al margen, dedicados tan solo a producir unos, digamos, artefactos muchas veces carentes de sentido para el común de los mortales, los políticos no mostrarán preocupación alguna, porque bajo esos condicionantes, los artistas no conseguirán proyectar su creatividad de manera totalmente libre. Ni siquiera podemos decir que somos libres en Internet en estos momentos. Puedes influir en otras personas, no solo por lo que haces si no por la actitud con la que lo haces. Por ejemplo, Joseph Beuys tuvo una relevancia social enorme y generó un debate en su momento, toda una polémica social porque puso en jaque al aparato del sistema que controla y domina a la sociedad. El arte es el último refugio de la libertad, la lástima es que no tengamos mayor formación artística y filosófica, y la tendencia actual no va por ahí”.

En definitiva Stübing sabe que lo difícil es conseguir una sensación de aprecio por algo que no es figurativo, “ya que lo que no conocemos nos genera rechazo, y lo que intento es destilar esa belleza que mana de las formas orgánicas de la naturaleza, plasmarlo en algo no figurativo y combinarlo con colores que transmitan”.

 

Patronato Martínez Guerricabeitia. Fundación General de la Universitat de
Valencia.
Entrevista realizada en Valencia el 16 de diciembre de 2013